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viernes, 14 de mayo de 2010

Cervicalgia

La columna cervical se extiende desde la base de la cabeza hasta los hombros y está compuesta por vértebras que son los huesos encargados de proteger la médula espinal, dar soporte a la cabeza y permitir grandes rangos de movimiento. En condiciones normales, las vértebras tienen ligamentos que las mantienen unidas y evitan su separación; cuentan además con músculos y tendones que favorecen el movimiento y el equilibrio de la cabeza.

En general, cualquier parte del cuello se puede ver afectada (dolor en diferentes partes comúnmente acompañado de rigidez y en algunos casos, de compromiso neurológico). Las causas más frecuentes de dolor cervical son tensiónales, posturales, esguinces (estiramiento de ligamentos), espasmos o contracturas musculares, traumáticas, degenerativas, reumáticas, laborales, ocupacionales; existen otras menos frecuentes como las infecciosas, tumorales y congénitas que el médico se encarga de diagnosticar y tratar.

Las características del dolor y de otros síntomas que en ocasiones lo acompañan, como alteraciones sensitivas (adormecimientos, hormigueos, entumecimiento), de movimiento (disminución o falta de fuerza), la irradiación del dolor a los hombros y los brazos, la presencia de contracturas, el horario en que se presenta y la forma en que mejora o empeora, permiten conocer tanto la condición del problema como su tratamiento.

A continuación se enumeran los tipos y las causas más frecuentes de dolor cervical, con la finalidad de que determine si es necesario acudir al médico para su diagnóstico y tratamiento:

Cervicalgia postural

Generalmente es resultado de la mala postura que se adopta para realizar actividades como ver la televisión, leer, usar la computadora, dormir, etcétera. Se trata de dolor localizable en los músculos del cuello que desaparece cuando se eliminan o modifican los hábitos, se realizan ciertos ejercicios, se utiliza calor local y se descansa de la actividad que se realiza en intervalos de 30 minutos.

Cervicalgia ocupacional, recreativa y deportiva

Las articulaciones, los ligamentos y los músculos sufren desgaste por el uso inadecuado, exceso o mal uso del cuello, especialmente cuando las actividades son repetitivas o intensas y no hay oportunidad de recuperación, aunque también por un traumatismo violento o de menor intensidad pero frecuente. De la misma manera, usar la cabeza para cargar o golpear (cabecear) traumatiza el cuello en forma indirecta y afecta cualquiera de sus estructuras. El dolor cervical puede ir de leve a intenso, temporal o crónico e incluso presentar sintomatología neurológica como hormigueo, entumecimiento, adormecimiento, disminución de la fuerza, dolor irradiado a manos, antebrazos y hombros.

Por lo general, un episodio agudo, temporal, sin afectación neurológica se puede manejar bastante bien con reposo, calor local, algunos ejercicios simples para el cuello y, ante todo, la modificación de los hábitos ocupacionales, recreativos y deportivos. El motivo para consultar al médico sería el dolor persistente y la presencia de los datos neurológicos ya comentados.

Cervicalgia tensional

Este tipo de dolor deriva de mantener la misma posición durante mucho tiempo, sobre todo si va acompañada de tensión emocional que por sí misma genera aumento del tono muscular y dolor; la sufren las personas estresadas y que trabajan muchas horas sin descanso. Se trata de un dolor generalmente fijo en los grupos musculares cervicales que se sienten tensos y que se irradia a la espalda o los hombros. Casi siempre mejora con reposo, reducción del estrés y suspensión de las condiciones que lo provocaron, ejercicio aeróbico y calor local. Los analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares son de utilidad en ciertos casos.

Esguince cervical

Este es una de las principales causas de consulta y puede ir desde una distensión leve de los músculos o ligamentos sin daño neurológico, hasta esguinces severos con roturas de ligamentos, desgarres musculares y tendinosos serios e incluso dislocaciones de los huesos que condicionan luxación o inestabilidad de la columna cervical y que pueden afectar la médula, los nervios o los discos intervertebrales. La forma más común de lesión es una flexión o extensión forzada, pero también cualquier combinación de movimiento exagerado o brusco, un mal clavado, una caída de cabeza, un pelotazo, una caída hacia atrás o un accidente automovilístico, y de estos, el típico latigazo que se caracteriza por provocar el vaivén brusco de la cabeza. La sintomatología puede ir desde un dolor leve, a veces con irradiación a brazos, hombros, dorso y cabeza, hasta intenso con las alteraciones neurológicas ya descritas. La persistencia del dolor, su intensidad y la presencia de sintomatología neurológica obligan a pedir la opinión médica. Se puede requerir evaluación clínica, seguida de estudios de gabinete complementarios (radiografías simples, tomografía, resonancia magnética, electromiografía) para determinar la magnitud del daño y establecer un plan de tratamiento. El manejo puede ser desde el reposo con uso opcional de collarín por corto tiempo, la aplicación de calor local, analgésicos, antiinflamatorios y apoyo de un programa de fisioterapia para rehabilitación, hasta intervenciones quirúrgicas para corregir los problemas de inestabilidad o las lesiones de disco intervertebral que afecten la médula o las raíces nerviosas.

Cervicalgia por problemas degenerativos

Otro de los casos que requiere evaluación médica es el problema degenerativo. Con la edad el desgaste de las articulaciones y los discos intervertebrales se acentúa, principalmente en las personas que sometieron su columna cervical a uso rudo, aunque también los factores hereditarios influyen en el proceso. Lo que sucede es que entre las vértebras hay articulaciones que tienen cartílagos y que, como las demás articulaciones del cuerpo, sufren deterioro y provocan dolor. El disco intervertebral también resiente el embate del tiempo, pierde turgencia y se va secando, por lo que ya no amortigua y facilita el movimiento como antes. Por ello se presenta dolor, se pierde movimiento, hay rigidez en el cuello y, en casos avanzados, compresión de la médula y afectación neurológica.

En general, los casos leves se manejan con medidas conservadoras como reposo, ejercicios para el cuello que lo fortalezcan y le den elasticidad; también se recomienda el ejercicio aeróbico como la natación, así como la observación y adecuación de los hábitos y costumbres. A veces el apoyo fisioterapéutico es necesario y útil, al igual que la medicación analgésica y antiinflamatoria por prescripción y bajo supervisión cuando se necesite. Sólo los casos severos con dolor persistente e incapacitante o con afectación medular y neurológica requerirán tratamiento quirúrgico.

Cervicalgia por problemas inflamatorios

Dentro de este grupo se encuentran principalmente los problemas de tipo reumático que afectan en primer lugar las articulaciones posteriores de la columna cervical. Hay dolor persistente del cuello que se acompaña de rigidez muscular progresiva. Con mucha frecuencia se afectan también otras articulaciones como las manos, rodillas, caderas. Estos casos requieren evaluación y manejo médico, independientemente del compromiso neurológico.

Una manera de mejorar la columna que está al alcance de todos es hacer ejercicios sencillos que nos ayuden a mantener la movilidad y la fortaleza del cuello, porque evitan o alivian la fatiga y lo mantienen en buen funcionamiento. Después de 20 a 30 minutos de calor local con compresas húmedas calientes, por ejemplo, se flexiona la cabeza hacia adelante, se cuenta hasta cinco y se regresa a la posición de inicio; se hace lo mismo hacia atrás, luego hacia los lados y finalmente, girando hacia la derecha y la izquierda; repetir diez veces cada ejercicio, en una o dos ocasiones al día. Esta misma rutina se puede hacer contra resistencia, es decir, con una fuerza que neutralice el intento del movimiento en las diferentes direcciones.

Hay que tomar en serio la salud evitando caer en empirismos, remedios caseros, recomendaciones no autorizadas y la tan de moda influencia comercial televisiva. Debemos dejar atrás las creencias acerca de los sobadores y curanderos que sobre todo en este tipo de patología pueden provocar mayor daño o complicar lo simple. Por otro lado, no debemos auto medicarnos ni hacernos estudios por nuestra cuenta, porque algunos son caros y la mayoría de las veces no tienen sentido. Sin embargo, es importante tener seriedad, responsabilidad y conocimiento de las molestias que nos aquejan para saber tratarlas adecuadamente. Podemos contar con el apoyo de nuestro médico como primera instancia, quien sabrá decidir si trata él mismo el problema o si hace falta la valoración especializada en un servicio de ortopedia o neurocirugía.

Luego de revisar los motivos más frecuentes de dolor cervical, vale la pena destacar los siguientes aspectos:

La consulta médica es necesaria cuando el dolor es importante y persistente, hay afectación neurológica con entumecimiento, debilidad, hormigueo, etcétera, de las extremidades o traumatismo craneal o cervical serio.

En general, el médico internista puede determinar el grado del problema, atender la mayor parte de los casos u orientar para continuar con el diagnóstico y tratamiento.

Casi siempre los estudios para determinar la situación son de gabinete e inician con radiografías simples de columna cervical. Cuando se sospechan lesiones en partes óseas, un estudio de tomografía axial computarizada puede ser útil; si se piensa que el problema está en las partes blandas como los ligamentos, músculos, tendones, discos intervertebrales, médula espinal, lo mejor es hacer un estudio de resonancia magnética. La electromiografía ayuda en los casos de complicaciones neurológicas, correlacionando los hallazgos clínicos y radiográficos para favorecer el diagnóstico y el tratamiento adecuados.

Dependiendo del tipo, el manejo del dolor cervical puede incluir desde lo más básico hasta lo más complejo, empezando por el simple reposo, el calor local, el cambio de hábitos y costumbres, el uso de analgésicos y antiinflamatorios, siempre bajo prescripción médica, la terapia física, con ejercicios para columna cervical de flexión, estiramiento y fortalecimiento muscular. Sólo en casos especiales se indica la cirugía que incluye, por ejemplo, las fusiones vertebrales, retirar los discos intervertebrales dañados, los crecimientos óseos que compriman las raíces y la médula, entre otros.

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